Viajes

India: Confianza y providencia

Ganges

Nací creyendo en la providencia, el problema es que es un sentimiento que uno no puedo expresar en la infancia o la adolescencia por lo general, pero cuando ya estás cerca de los 40, las experiencias te ayudan a asentar esa fe y a demostrar que existe.

Hay mucho motivos que me han llevado a ello. Uno de ellos fue mi estancia en Benarés, en la India.

Allí conocimos mi hermana y yo a Anjina, una hindú que llevaba una joyería, negocio de su padre, enfermo, del que ella tuvo que hacerse cargo.

Una de las personas más interesantes que he conocido. Era la mejor amiga de nuestro conductor de tuk tuk y él solía acercar allí a clientes para favorecer su negocio de joyas.

Aquella mañana habíamos madrugado para ver el amanecer en el Ganges. ¡Que bonito! Nunca había estado frente a un río tan ancho y caudaloso. Me encantó no poder distinguir, entre la neblina del sol naciente, la otra orilla. Era como estar contemplando el mar, de hecho. Si no me lo dicen, pienso que allí acaba el país.

Nuestro amoroso conductor decidió traernos de vuelta aquella tarde, pero no recuerdo para qué clase de celebración.

La cuestión es que, como dije, conocimos a Anjina y conectamos tanto las tres que nos pasamos la tarde hablando en la tienda mientras ella atendía su negocio. Es más, cerró la tienda y allí seguiamos las tres dándole al pico. Era una persona muy abierta de mente, sabia y había tenido que aguantar las críticas de muchas personas por su amistad con el conductor. Ya sabéis lo de la diferencia de clases en la India. Pero no le importaba y soportaba incluso no haber podido casarse por tener que llevar el negocio. Pero estaba feliz. Esa semana iba a consultar un astrólogo. Estaba decidida a casarse.

¿Dónde está la providencia? Bueno, es que me ilumino cuando recuerdo su bonita amistad.
Pues la providencia está en cuando entrando muy tarde en la tienda, el conductor, lleno de prisa y exaltado, exclamó en inglés: "¡Gracias a Dios, gracias a Dios!¡Han atentado en el lugar donde íbamos a ir esta tarde! Unos hombres han llegado armados y han descargado en el Ganges". Y así seguía haciendo alusión a la mano de Dios que nos había protegido aquella tarde y apartado del lugar.

¿Alguna vez habéis sentido lo mismo? ¿Os ha pasado que debíais estar en un lugar y ha surgido algo que os ha evitado algún mal mayor? Estoy segura de que sí, aunque no lo recordéis.

Volvimos más veces. Y seguimos la charla en su habitación como amigas de colegio; y cenamos esa rica comida vegetariana preparada por su madre y su cuñada siempre sonrientes.

Anjina, te recordamos con cariño y a ti dedico este post. Esperamos volver a verte algún día.

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