Karma Punto Cero

Karma Punto Cero

Karma punto cero es el nombre que he elegido como síntesis de este concepto tan complejo. De hecho, siendo más concreta, lo dedico a esos instantes en que empezamos a dejar de generarlo. Por eso, no es menester de este artículo, debatir acerca de su existencia. Quisiera saltarme ese paso, que me agota por cierto, porque no es mi intención real tratar de convencer a nadie.

Una vez aclarado esto, y si todavía estáis conmigo, empezaré contándoos que el Karma no es algo de lo que debamos deshacernos, porque podemos agravarlo; ni tampoco podemos saber en esta vida, cuya duración es sólo un suspiro del alma, si hemos terminado con él. A saber que se nos tiene reservado para una siguiente, en la que dispongamos de un nuevo "equipo" que nos conduzca por la senda de la evolución humana.

Pero sí que está en nuestras manos dejar de generarlo.

De todos los conceptos esotéricos, creo que este es uno de los que más me cuestan debido al misterio que lo rodea. Pero eso es porque no es competencia del pequeño ser humano, los asuntos de los grandes devas. A pesar de toda esa grandeza, hubo algo que comprendí un día: generar karma dependía del lugar donde se hallaba situada mi conciencia.

No debería clasificarse al ser humano por razas, algo que sólo lo diferencia por su físico, sino por la conciencia que reside en él.

Según el grado de evolución, nuestra conciencia se expresa desde diferentes lugares. Generalmente está situada en los chakras que hay por debajo del diafragma, y en su mayoría en el plexo solar, centro del deseo. De ahí parte mi primer artículo “¿Por qué lo llaman pensar, cuando quieren decir desear?”, así que no deseo extenderme demasiado en ello.

No me pararé a analizar donde se sitúa la conciencia de cada uno de nosotros. Simplemente pensad en el día a día, en todas las preocupaciones que nos embargan, en el estrés del trabajo, en nuestra dispersión y desorden de prioridades (de lo cual hablaba en mi primer artículo de “Magia y Abundancia”), en el simple “qué dirán” o “qué pensarán”... En resumen, todo aquello que nos aprieta el estómago; todas las inseguridades, miedos, espejismos que nos conducen a través de todos estos sentimientos mencionados.

Que bonito sería ver la vida desde ese punto donde dejas que pase, lo abandonas, lo aceptas y simplemente no sientes.

Ese punto está en la cabeza.

A quien se dedique a la meditación le sonará. Uno coloca su conciencia en la cabeza y deja que cualquier pensamiento pase sin lucha alguna.

Me enseñaron hace años un ejercicio para el día a día. Más bien, una especie de reto porque aunque sencillo, resulta complicado: mantener la conciencia en el centro ajna (lugar entre las cejas). Si lo consigues realizar 5 minutos al día, dalo por exitoso.

Pruébalo, verás como todo se descentraliza y se hace el silencio. Lo verás desde tal punto, que un día llegarás a preguntarte si realmente eres tú el que está observando la vida.

¿Y qué tiene que ver esto con el Karma?

Toda esta historia se mezcla con el concepto de que el Karma se crea en la mente, así que uno debe empezar a pensar correctamente, o desde el punto donde la zona del pensamiento se vuelve abstracta y recoge los arquetipos celestiales con mayor facilidad, para manifestarlos a través de la manera que a cada uno le vaya mejor según su línea de servicio.

Bueno, pues es en ese punto, en uno de los niveles abstractos, donde reside el Alma. Y es en el centro ajna donde ese Alma tiene su asiento, donde se deja “sentir” y desde donde observa. Entonces el espacio (silencio) crece, y el concepto tiempo disminuye, porque te sitúas en el aquí y ahora.

Es justo en ese momento de “olvido de uno mismo, inofensividad y correcta palabra”, como expresa algún mantram, cuando cesa la generación de Karma.

Las formas de pensamiento incorrecto, que no proceden de la inspiración del alma; el egoísmo (amor a uno mismo) que nos enseñan hoy en día como preludio a poder amar a los demás; las palabras hirientes, que desvitalizan el campo energético, tanto nuestro como el del destinatario…. Todo son situaciones que densifican el tiempo, pues nos hacen caer en picado en la niebla del espejismo y la ilusión, haciéndonos tomar decisiones que no van acorde a nuestro propósito de vida.

El ejercicio expuesto te transportará a un lugar lleno de “ligero aire fresco”. Creo que es a partir de ese momento en que, no sólo se deja de generar Karma, sino que además, el ser humano empieza a acercarse al verdadero significado de la Libertad.

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