Ruta arqueológica por el norte de Arousa, Rias Baixas

Mirador

Esta pequeña ruta me devuelve el recuerdo de los nocturnos peregrinajes a Compostela, cuando los adolescentes nos contábamos historias sobre la Santa Compaña mientras recorríamos aldeas llenas de viñas, largas carreteras bajo la lluvia e intensos momentos de frío en nuestros descansos.

Era magia pura, porque años más tarde descubrí que la muerte acechaba la zona donde tantas veces veraneé; que mis pies descansaban todos los agostos sobre una antigua necrópolis, y que ese "olor a muerte" que tantas veces había sentido dentro de mí, cobraba un significado. Y cuando hablo de muerte, hablo de renovación; algo que creo que todos hacemos durante el descanso tras un largo periodo de trabajo.


De esta forma, decidí dedicarle este año más tiempo a ampliar mis visitas para conocer más petroglifos, mámoas y castros. Mi sorpresa fue descubrir por boca de familia que muchas personas conocían de antemano petroglifos o dólmens porque tenían alguno muy cercano a sus casas. De ahí que me sientiera descansar sobre una necrópolis.

Primero visito el Museo Arqueológico de Neixón, Barbanza. Sólo el camino hasta allí es una pasada. Atravieso la aldea y paso de largo su playita llena de algas y gaviotas. Allí recopilo información, observo maquetas que me ayudarán a reconocer los lugares y profundizo en costumbres.

Está situado justo al lado de los castros, y al ser verano estamos de suerte, porque el arqueólogo esta trabajando en el terreno.


· Castros de Neixón: Situada en una peninsulita de la parte interior de la ría, me parece por las vistas, un lugar muy estratégico; sobretodo en relación con el circuito comercial marítimo. Además, el lugar es rico en minerales, y estamos hablando de la Edad de Hierro, donde la metalurgia del bronce y el hierro era tan importante.

Este lugar tiene la peculariedad de ser el primer castro encontrado en los años 20. Quizá hubiera sido mejor que se descubriera más tarde porque, como sucede con muchos descubrimientos, la necesidad de los lugareños y el desconocimiento hizo que se llevaran piedras del lugar. Aún así, se mantiene muy bien y cada año se van desenterrando más partes.

Se divide en el Castro Pequeño,donde se supone que se fusionaron la tradición indígena, los Oestrimnios, y la aportación cultural céltica, los Safaes y el Castro Grande, resultado de tres invasiones posteriores: la prerromana (s. V-II A.C.); otra romana (s. I-II A.C.) y un tardío romano (s. IV y V D.C.).


No quise interrumpir los trabajos del arqueólogo, pero sí que me resultaron curiosos algunos métodos y le pregunté con timidez por qué mojaban el terreno. Me respondió que al rato de estar mojado, se podían distinguir diferencias en la superficie. Y me señaló un trozo recto de bastante anchura que se diferenciaba en color del resto de la tierra. Allí se hallaba una zanja.

El Hotel Rural Neixón está situado a pocos metros del museo. Este lugar es muy tranquilo y, además de su atractivo arqueológico, se puede llegar a sus calitas andando y tomar el Sol en un lugar menos concurrido.

Otro de los lugares interesantes de recorrer es la Sierra de Barbanza. Allí podemos reseguir la Ruta de "as mámoas", la "Casota do Páramo" y el Arca de Barbanza. De paso disfrutamos de las vistas a la ría, tanto a un lado como al otro, y de la naturaleza: podemos encontrarnos con águilas, caballos, rebaños de ovejas y vacas.


Fue necesaria la visita al museo de Neixón para poder visualizar la ruta. No está muy bien señalizada, es decir, no esperéis encontrar "una banderita" por cada mámoa que os encontréis. Veréis una indicación que pone "Ruta de as Mámoas" y, a partir de ahí, investigad. Además, el lugar no está trabajado, es decir, siguen hundidas en el terreno, cosa que dificulta su búsqueda. A menos que seas un entendido, tendrás que tener cuidado en no confundir cualquier piedra con una.

Pero, ¿qué son exactamente las mámoas? Son túmulos megalíticos que normalmente se juntan en pequeños grupos (de 2 a 4 túmulos) o bien forman grandes grupos de enterramiento (15 ó 30 túmulos), donde incineraban a sus muertos.


· Arca de Barbanza: salimos de casa en busca del arca, y volvimos sin verla. No está señalizada. Usamos el GPS hasta que nos llevó a vías desconocidas. Llega un momento en el que pasas a camino de tierra (y alguna zona en la que tuvieron que guiarme para conducir el coche de forma cuidadosa por la dificultad del camino), así que a quien le guste el senderismo, es ideal para llegar caminando.

Sabíamos que estábamos cerca. Un hombre de una de las aldeas de la sierra amablemente nos acabó guiando con el coche; pero llegó un momento que teníamos que abandonar el coche y seguir unos 600 metros, según el hombre, atravesando el páramo... y atravesando un grupo de vacas y toros...

Nos dijo que no embestían. Pero iba con las dos niñas y no quise ponerlo a prueba. Es una pena porque no fue fácil llegar hasta allí, pero lo dejo para otro año. La próxima vez, nos prepararemos mejor para el recorrido.

Así que aquí os dejo una foto de la maqueta del museo para que os hagáis una idea al menos. Si llegáis a verla, es la catedral de las tumbas. Grande y bien conservada.


· Casota do Páramo: De fácil acceso. Está pegada a la misma carretera de la sierra y tiene un panel de explicación (destrozado por el paso del tiempo), que te ayuda a saber que ahí hay algo.

Dentro encontraréis el misterioso grabado con la figura del Sol. Se trata de una persona con las manos dirigidas hacia él. Para muchos un acto primitivo de adoración, pero va más allá. El astro siempre ha sido un símbolo del alma; y esa búsqueda interna no es antigua, es un cometido para todos los tiempos. Es más, del Sol salen 9 rayos, así que el significado es más profundo. El 9 es el número del hombre, el número de la iniciación también; pero 9 son las puntas de la estrella que simboliza la Casa del Padre en el cielo. Es una reflexión personal. Vosotros interpretarlo como queráis. Para mí es como una plegaria al cielo; como un intento de fusionarse con él. No me imagino un lugar más perfecto para reposar en silencio que esté más cercano al cielo.

· Petroglifo de A Laxe das Cabras: De la edad de bronce, en él aparecen marcadas las figuras de animales a las que se les dibujaron seis patas, dicen que representando el movimiento.

Otra aventura a la hora de localizarla. En la carretera hay alguna señal y hasta ahí bien. Pero cuando llegas al panel donde, con dificultad por su deterioro, lees las características del petroglifo, te encuentras que de él parten tres senderos.

Con lo bonitas que son las fotos que te presentan para generar interés, y que poco tienen que ver con la realidad de su mantenimiento. Lo encontramos por casualidad. Para que no os perdáis, es el sendero pegado al camino asfaltado que os lleva hasta el panel. Llegaréis a una casa abandonada situada en un terreno que hace pendiente ascendente.

Casi probamos otro camino, pero mi hija pequeña quiso escalar detrás de la casa; y allí detrás de arbustos y agarrándote a las ramas de pequeños árboles para ascender, estaban las piedras ovaladas enormes llenas de hojas. Por cabezonería, limpiamos la piedra y al fin oí a la mayor gritar emocionada que lo había encontrado.


· Centro de Interpretación Arqueológica del Parque Periurbano de San Roque (Riveira): Vale la pena visitar el parque. Es un lugar ideal para pasar el día con merenderos y tirolinas al lado de ellos. Y ya de paso entrar en el Centro de Interpretación, que es gratuito, y conocer un poquito más sobre la escritura de sus habitantes durante el Neolítico, por ejemplo.

También encontraréis en el parque una imitación a unos castros y otra al dolmen de Axeitos, este último situado sobre un mirador llamado Mirador de San Roque (foto de portada). Hay varios senderos para recorrer, y uno de ellos es el que te lleva hasta el Castro da Cidá, a unos 3 km aprox.


· Castro da Cidá: Antes llegaréis hasta el Mirador de a Pedra da Rá, precioso lugar de calma con vistas impresionantes a las dunas de Corrubedo, la desembocadura de la Ría de Arousa, la isla de Sálvora, las bateas flotantes...Y de ahí hacia el castro a través de un estrechito sendero muy corto.

Os encantará el castro. Seguro. Está a una altura ideal estratégicamente hablando a la hora de defenderse, y, desde luego, perfecto para llenarse de belleza la vista. Muy bien conservado y cuidado, se distinguen los hogares y el lugar del vigía.

Personalmente, dedicaría un día a pasarlo visitando el parque, comiendo allí, y paseando por este mágico lugar hasta y por el castro.


· Petroglifo de Os Mouchos: Situado en Rianxo, forma parte de una ruta de grabados sobre rocas. Leí que contaba con 60 enclaves, pero no encontré ninguno señalizado, excepto el de Os Mouchos que es el más grande y destacado, con una señal indicando un desvío.Después debías buscar tú mismo las piedras. No es difícil, las piedras son bastante enormes y atraen las marcas del trabajo en ellas. Incluso se adivina los cortes para extraer de ahí más roca. Pero yo no soy experta. Eso sí, los dibujos sobre la piedra son preciosos.

Para acceder pasarás por una aldea hasta que el camino se convierta en tierra. Deberás andarlo y no hallarás señales. A lo largo del camino, si te fijas en las piedra del suelo, verás que alguna de ellas están marcadas por la huella de algún antiguo animal que adivino, serán de un pasado muy remoto.

El camino llega a bifurcarse y deberás tomar el de la derecha. Y no busques en vano por el camino piedras escondidas como hicimos nosotros debido a la falta de señalización. Por suerte, tras un ratito andando, llegarás a una señalización para que tomes un senderito hacia Os Mouchos. Habrá valido la pena la búsqueda.

· Dolmen de Axeitos: El emplazamiento de este dolmen  me robó el corazón porque forma parte del trayecto al Parque Natural de Corrubedo, y acostrumbrada a tanto Eucalipto, me vi rodeada de un tipo de naturaleza diferente a la acostumbrada en mis visitas, a una arboleda más variada. Fue como transportarse a otra región.

También valoré que estuviera bastante bien señalizado, además de limpio y cuidado. Y dan muchas ganas de dar un paseíto por la zona.

Este monumento se remonta al 4000 a.C. No se le llama mámoa porque en este caso no está cubierto formando un túmulo, pero se presume que posiblemente lo estuviera en un pasado remoto.

Como en el resto de casos, sólo es visible la parte superior de esta construcción. Aún así, se trata, para mí, de las más bella. También encontraréis algún petroglifo en el mismo.

Disfrutamos mucho haciendo de mini Indiana Jones, no nos tomamos la falta de mantenimiento como algo fastidioso, si no como una aventura más. Mi padre, que nos acompañó a todos los lugares, lo tiene como el mejor recuerdo de este verano. Y es que es divertido investigar. Mi hija me dice que soy una aventurera, lo que no se imagina es que esto solo es el inicio de otras aventuras.

Por cierto, llevad buen calzado, sobre todo si pisáis la sierra. Los páramos están repletos de tojos, y pinchan. Y si queréis reseguir la ruta de As Mamoas, os irá bien proteger los pies.

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